Parece mentira que estemos escribiendo la última crónica del CEL, que hayan pasado tres meses y medio tan rápido. Todos coincidimos en que ha sido un regalo poder participar de esta experiencia en comunidad. El Hermano Antonio Botana volvió a Madrid para rematar el módulo “Juntos y por asociación al servicio de la MEL” que ya comenzara la semana anterior. Este módulo ha sido, en realidad, la ocasión para hacer síntesis de todo el CEL porque, de una u otra forma, había que tocar todos los puntos vistos hasta ahora. Es una suerte poder escuchar de primera mano a una persona como el Hermano Antonio, al que podemos considerar artífice de la misión compartida, en línea de la comunión de comunidades propugnada por el Vaticano II.
Además, nos dio pie para elaborar nuestros propios relatos lasalianos y poder compartirlos. Fue un momento imborrable e intenso, porque compartimos el significado profundo de La Salle para cada uno. Fue ocasión para enriquecer nuestra visión de los compañeros del CEL con los que hemos estado viviendo en comunidad. Se respiró espiritualidad lasaliana por todos los poros, identificación con el proyecto e ilusión por una misión que engancha nuestras vidas.