Hay lápices que acompañan toda una vida. Se van desgastando con el uso, se quiebran a veces, se afilan otras, y siempre dejan un trazo que, aunque discreto, permanece. Juan Carlos abrió la reunión de noviembre recordándonos con esa imagen la importancia de los vínculos, de los gestos que nos sostienen y del valor de seguir dibujando juntos incluso cuando las líneas se tuercen. Un lápiz, como la vida, necesita apoyarse en algo firme para dejar huella; y esa firmeza, en nuestro caso, nace de una presencia que nos habita, silenciosa y constante, que inspira cada trazo y nos recuerda que no caminamos solos.

La reunión, celebrada de manera online, comenzó con un clima sereno, de reencuentro y de continuidad. En el ambiente flotaba una emoción contenida: la certeza de que no volveremos a reunirnos en el querido espacio de Marqués de Mondéjar, lugar que fue testigo de tantas conversaciones, acuerdos y momentos compartidos. Esa ausencia dio un tono especial al encuentro, como si cada palabra buscara también rendir homenaje a los espacios que nos ayudaron a construir comunidad.

A lo largo de la mañana fueron apareciendo temas que, más allá de su naturaleza técnica, reflejan la vitalidad del proyecto. Se habló de acompañamiento, de evaluación, de coherencia, de lenguas y materiales, de innovación y de mirada pedagógica; de dificultades que siguen apareciendo y de la convicción de que cada obstáculo puede transformarse en oportunidad. Entre pantallas se compartieron también risas, complicidades y gestos de ánimo: pequeños destellos de humanidad que sostienen la estructura invisible del equipo.

Los diferentes grupos de trabajo presentaron sus avances y preocupaciones con un tono constructivo y comprometido. Hubo espacio para agradecer lo que funciona, señalar lo que necesita mejora y, sobre todo, reconocer el esfuerzo de quienes hacen posible que el Nuevo Contexto de Aprendizaje siga creciendo en cada colegio, en cada etapa, en cada aula. Se habló de tecnologías que acompañan y de otras que desafían, de la necesidad de seguir formando y de mantener viva la mirada educativa que da sentido a todo lo demás.

Aunque las distancias físicas y los retos técnicos son inevitables, la reunión dejó una certeza compartida: seguimos avanzando. A pesar de los ritmos distintos o de las dificultades que aparecen, el NCA continúa trazando su camino con la fuerza de un proyecto que nace del servicio y de la fe compartida.

Al llegar al cierre, resonaba la imagen inicial: ese lápiz que, con cada trazo, une la experiencia de muchos para escribir una sola historia. Quizá no podamos elegir el papel ni el tiempo, pero sí la manera en que dibujamos juntos. Cada línea, cada gesto, cada conversación añade color al mapa común que seguimos construyendo, bajo la mirada de Aquel que nos inspira y nos invita a seguir educando con esperanza.

Porque más allá de las pantallas y los lugares, lo esencial permanece: un grupo de educadores que, con fe, Fraternidad y Servicio, sigue escribiendo con la punta del corazón.

Y mientras el lápiz continúa su trazo, una voz silenciosa nos recuerda el motivo de todo: que Jesús siga vivo en nuestros corazones… por siempre.