Sentirse Pueblo, grupo, miembro de una comunidad, de un colectivo… no es nada fácil. Todo lo contrario, exige tiempo, compartir muchas intuiciones o gustos. A veces las edades lo dificultan o las distancias… Hay tantos inconvenientes que uno podría preguntarse: ¿cómo puede ser que exista un lugar que se llame “Pueblo de Dios” y además sea “tu tierra”?