Estamos viviendo el Adviento, preparándonos para la llegada del Niño-Dios y también, a punto de decir adiós al año 2024. La Navidad siempre nos regala una oportunidad de comenzar con la mirada y las ilusiones renovadas, iluminados por ÉL, que nace en nuestros corazones y que siembra la esperanza en tiempos en los que hace falta volver a confiar y creer. Es tiempo de no olvidarnos, a pesar de la invitación a celebrar, de aquellos que, en otros lugares, cercanos o no, viven situaciones de dolor. No queremos cerrar los ojos a un mundo que nos devuelve estampas de tristeza y nos impacta con realidades que nos deben interpelar para hacer más intensos, si cabe, nuestros sentimientos de solidaridad, generosidad, compromiso y entrega.