300 años: Murió un Santo
La voz de La Salle se fue debilitando poco a poco. Los Hermanos que le acompañaban se postraron de rodillas, y el Hermano Bartolomé, Superior de la Comunidad, le suplicó que le diera la bendición, lo mismo que a todos los Hermanos del Instituto. La Salle aceptó la petición y alzando los ojos a lo alto, extendió sus manos diciendo: “Que Dios os bendiga a todos”.
Llegada la noche perdió el sentido. Un sudor frío vino a interrumpirle, y empezó su agonía. Tuvo unos momentos de lucidez y dirigió a la Santísima Virgen la oración que solía rezarle todas las noches: “María, Madre de gracia, Madre de Misericordia: defiéndenos del enemigo y acógenos en la hora de la muerte”.
Era media noche del recién comenzado viernes santo, siete de abril de 1719. El Hermano Bartolomé le preguntó si aceptaba los dolores que estaba sufriendo. La Salle respondió: “Sí, adoro en todo el proceder de Dios para conmigo”.
A las cuatro, juntó las manos, alzó los ojos y expiró. Tenía 68 años.
Por un breve instante, los malentendidos parecieron disiparse; todos, según su primer biógrafo, gritaron unánimes por la calle: “El Santo ha muerto”.
Una explosión de señales de veneración siguió a la muerte del Fundador, y arreció en los años que le siguieron; para contentar la devoción de muchos hubo que repartir crucifijos, deshacer su rosario, deshojar su Nuevo Testamento y la “Imitación de Cristo” que usaba, y hasta rasgar alguna de sus raídas sotanas…
La Salle había sido precedido en la muerte por unos 50 Hermanos de la Comunidad que había fundado, de los que sólo ocho o nueve superaban los treinta años. El ritmo y la exigencia del ministerio escolar cobraba sus víctimas sin compasión. Algo más de un centenar de Hermanos seguían en pie, dispuestos a perpetuar la obra lasaliana.
El entierro se celebró sin pompa el Sábado Santo, a causa de la fiesta de Pascua. Llevaban el cuerpo seis Hermanos, a quienes seguían los demás cantando salmos. Un crecido número de sacerdotes y religiosos de todas las órdenes acompañaban al séquito funerario.
Las exequias se celebraron en Ruan (Francia), y asistieron todos aquellos que deseaban tributar los postreros honores a un hombre que había huido de la gloria mundana durante su vida.
Su Obra de las Escuelas Cristianas estaba lo suficientemente consolidada como para perdurar hasta hoy día. Como tuvo la intuición de confiar en vida la responsabilidad de su Instituto a los Hermanos, ellos serían capaces desde entonces de llevar a buen término aquello a lo que su Padre había dedicado su vida desde los 28 años.
El cuerpo fue inhumado en la capilla de Santa Susana, en la iglesia de San Severo de Ruán y sobre su tumba se grabó una inscripción que decía:
“Aquí espera la resurrección de la vida
el Venerable Juan Bautista de La Salle,
sacerdote remense, Doctor en Teología,
antiguo canónigo de la Iglesia Metropolitana de Reims,
Fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
Ilustre por su nacimiento, más ilustre aún por sus virtudes.
Falleció el Viernes Santo, 7 de abril de 1719,
en la casa de los Hermanos de San Yon, de esta parroquia
a la edad de 68 años.
Que el Señor le conceda el descanso eterno en este día.
Este monumento de piedad y gratitud fue erigido por
Don Luis Dujerrier-Bresnard, párroco de esta iglesia,
a su muy piadoso feligrés.
…Y hoy, siete de abril de 2019, conmemoramos los 300 años de su muerte.
Comunicación La Salle Sector Valladolid
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Creado: 17 Abril 2019
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Última actualización: 17 Abril 2019
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