El pasado 19 de marzo marcó un hito significativo en el corazón de Confer Las Palmas, ya que se abrió el Hogar Encuentro. Este proyecto, concebido como un faro de esperanza para jóvenes migrantes mayores de 18 años en situación de calle o provenientes de otros recursos, dio la bienvenida a sus primeros residentes: Yassine, de Marruecos, Adama, de Mali, y Abdoulaye, de Gambia.

El acto de apertura fue un evento sencillo, pero cargado de significado, enfatizando los valores de fraternidad y acogida. El equipo coordinador del Hogar, integrado por la Hermana Inmaculada (Teresiana), Sor Dolores (Hija de la Caridad) y los Hermanos Jesús Miguel Salazar y Miguel Marcos (de la comunidad La Salle Arucas), lideró la bienvenida, marcando así el comienzo de un camino lleno de expectativas y sueños para estos jóvenes migrantes.

La iniciativa del Hogar Encuentro ha recibido un cálido respaldo de la comunidad. La Junta Directiva de Confer Las Palmas expresó su gratitud por las numerosas muestras de apoyo, así como por los donativos recibidos de particulares, comunidades y congregaciones, que han contribuido a hacer realidad este proyecto compartido.

En palabras de la Junta Directiva, "nuestro deseo es que toda la vida consagrada de Gran Canaria sienta este proyecto como propio, y que esté presente en nuestras vidas y oraciones como un camino para seguir creciendo en comunión".

El Hogar Encuentro no solo aspira a proporcionar un techo sobre la cabeza de estos jóvenes, sino también a ser un espacio de integración y emancipación. Con un enfoque intercongregacional, busca acompañar a los jóvenes extutelados en su camino hacia la plena integración en la sociedad.

“Porque fui forastero, y ustedes me acogieron”. Esta es la esencia del Hogar Encuentro, un reflejo del amor y la compasión que la comunidad desea extender hacia aquellos que más lo necesitan.

Con la inauguración del Hogar Encuentro, los religiosos y religiosas de Las Palmas dan un paso adelante hacia un futuro sinodal de solidaridad y convivencia, recordando siempre que la verdadera grandeza de una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más vulnerables.