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Tras unos días extra de descanso y estancia con la familia y comunidad los integrantes del Cel nos reunimos de nuevo para emprender una nueva experiencia que prometía ser muy rica. Una vez más las expectativas no se vieron defraudadas.

Nos esperaba la ciudad eterna, Roma, ciudad que nunca defrauda, tampoco en esta ocasión, a pesar de las innumerables obras, la cantidad inmensa de gente y la inesperada lluvia.

Gracias a la mediación del Hermano José Antonio y de José Manuel Helmo, los rincones romanos llenos de arte e historia ahora resuenan en nosotros de otra manera. A través de los restos romanos y paleocristianos, de las bellas basílicas, de las innumerables obras de arte que llenan sus calles hicimos un recorrido por nuestras historias personales, por nuestras propias circunstancias y proyectamos nuevos sueños y proyectos. Han sido muchos los lugares visitados y disfrutados, y todos ellos han dejado una nueva huella en nosotros. A partir de ahora el significado de todos ellos para nosotros va más allá de lo que dicen los manuales de historia y de arte, sin temor a exagerar podemos decir que los hemos incorporado a nuestro proceso de crecimiento humano y cristiano.

Las dinámicas y experiencias vividas “in situ” fueron complementadas con momentos de celebración y oración, de compartir reflexión en la Casa Generalicia, nuestro hogar durante estos días. Un marco que nos ayudó a disfrutar al máximo este especial peregrinaje, en el que también pudimos seguir los pasos del Hermano Gabriel Drolin, primer lasaliano en Roma y conocer dos de los colegios que hoy siguen llevando a cabo ese proyecto, “San Giuseppe” y “Vía Flaminia”. Todo esto nos llevó a encontrarnos “Cara a cara con el Fundador”.

El viaje acabó en Nápoles, “la ciudad más bella del universo” para Stendhal, su caos, su mezcla de lo sagrado y lo profano, su belleza escondida y evidente al mismo tiempo, sus múltiples olores… fueron el broche de oro y nos ayudaron a realizar una síntesis de todo lo vivido. Allí también conocimos una comunidad y una obra lasaliana muy especial. El barrio de Scampia y la labor que los lasalianos realizan allí nos impresionó a todos y nos conectó directamente con nuestros orígenes, en los que San Juan Bautista sintió la llamada de “hijos de los artesanos y los pobres”.

Regresamos a España cansados, pero muy animados, con muchas cosas que seguir reflexionando y asumiendo. Han sido diez días muy intensos, 10 días que resonarán mucho en nuestro interior durante mucho tiempo. De nuevo un regalo de valor incalculable y del que estamos profundamente agradecidos.

 

 

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