Si hay un mes desconcertante en el año, se llama mayo. En lo meteorológico, el refranero se ha encargado de ornamentar su carácter tornadizo… y así lo que se va desarrollando en sus días es cambiante y caprichoso. Los álamos cubren de nieve los campos y los silencios de meses pasados se rompen con incontables voces que llaman a encuentros.

La reunión de mayo del Equipo NCA Arlep está en línea, lo que nos permite asegurar que las agendas continúen discurriendo con la vertiginosa velocidad acostumbrada en esta recta final de curso.

Nos acogemos mirando a la realidad, que en estos tiempos tiene un punto de fuga social en la inteligencia artificial: cuántos quebraderos de cabeza nos da la incertidumbre, pero cuántas oportunidades nos abre. Qué tiempos aquellos en que Platón, en su diálogo “Fedro”, pone en boca de Sócrates el rechazo de la escritura por el inminente riesgo de terminar con la memoria y devaluar la sabiduría. Amenaza que sabremos conjurar si la escuela está a la altura.

Las reuniones, que al final son encuentros, son como aquellos fuegos qué tan bien describe Galeano:

Cada persona brilla con luz propia
entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos
y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento,
y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.

De esta manera, nuestro encuentro mensual ha sido sereno, de acompañamiento de procesos que van madurando este curso y de mirada ilusionada y creativa al próximo. Orden del día largo, como de costumbre, que con ese carácter variable de mayo se torna ágil y discurre con ligereza y buen ritmo.