Terminamos nuestra primera semana, compartiendo una mañana en la que seguimos  compartiendo aportaciones que nos hacen ir viendo el proyecto NCA más claro.

Empezamos con la importancia de ver en el error una oportunidad de aprendizaje. Pero lo más importante de la mañana, y lo que nos marcó a lo largo de la jornada, fue traer una imagen de un alumno con dificultades en el aula… enseguida, los que estábamos allí, le pusimos nombre y cara en nuestra experiencia como educadores.

Si algo tenemos claro, desde nuestros principios, desde nuestros valores, es que tenemos que dar respuesta a un proyecto donde todos encontremos nuestro espacio.

Continuamos la mañana, aportando ideas que siguen enriqueciendo lo que soñamos para la Escuela La Salle del S.XXI. No podía faltar, evidenciar a través de la experiencia la importancia de la cooperación en nuestro empeño, porque lo que no hagamos en los equipos de los centros difícilmente lo podremos transmitir a nuestro alumnado.

Y llegando el final de la mañana tocaba el momento de evaluar, de compartir lo aprendido, las dudas, las inquietudes, los sueños… y qué mejor lugar que hacerlo en la capilla, donde ponemos en Sus manos todo lo que hemos vivido durante esta intensa semana. Ilusión, trabajo, “contagiar” ... tomando como ejemplo una de las parábolas de Jesús de Nazaret, ser levadura que hace crecer la masa, formada por todos y que hará crecer el NCA en las escuelas La Salle.

Seguimos trabajando, seguimos soñando, porque “sólo es imposible si lo crees”.