Comenzamos la semana conociendo la experiencia de voluntariado internacional en Iquitos (Perú) y toda la trayectoria personal que llevó a nuestra compañera Mariu hasta allí; “de manera totalmente imperceptible y en mucho tiempo; de modo que un compromiso me llevaba a otro”.

Dedicamos el resto de la tarde del lunes a la evaluación de la peregrinación y de la semana en Griñón, centrada en las meditaciones para el tiempo de retiro. La valoración global de ambas actividades fue muy positiva y aprovechamos para agradecer todo el trabajo callado y minucioso de los responsables del CEL, José Ángel y Juan Antonio, junto al Hermano Joaquín Gasca, en la organización de la peregrinación.

El martes iniciamos el módulo “Redescubrir la riqueza de la herencia lasaliana hoy”, que enlaza la primera parte del CEL, más centrada en el ayer, con una lectura de la realidad de hoy con planteamientos de futuro. María José Sánchez nos fue guiando en esta reflexión que abre nuevos horizontes lasalianos en los nuevos contextos de relaciones y aprendizaje que estamos viviendo. La multitud de recursos y dinámicas utilizadas nos ha servido para ir recogiendo y aceptando el reto de afrontar hoy  los desafíos propios de la familia lasaliana.

Sin duda la mayor alegría nos la llevamos al volver a ver al Hermano Ángel, que tras una lenta pero firme recuperación en el hospital, ya lo teníamos en casa. 

El miércoles nos acercamos los CEListas voluntarios a saludar y compartir la cena con nuestros amigos de la calle, junto a los voluntarios de San Egidio. A pesar de la lluvia, el calor de la fraternidad hizo realidad otra noche “de ópera” en medio del frío de Madrid.

El jueves, junto con San Alerto Magno, celebramos la festividad de San Eugenio de Toledo, onomástica de Mariu que fue agasajada como se merece. Por la noche, vimos la película “Si Dios quiere”, que contó con gran acogida de público y crítica e hizo las delicias de los presentes entre tímidas risas y sonoras carcajadas. Gracias a la comisión de vida comunitaria por el espectáculo.