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El Líbano es tristemente a día de hoy uno de los rincones hacia el que se dirigen las miradas de medio mundo, a pesar de que su situación no era ya idílica antes de que el conflicto entre Hezbolá e Israel lo volviera a poner en el foco mediático por ser territorio afectado por la guerra en Oriente Próximo que está segando muchas vidas inocentes. 

Cerca de la ciudad de Sidón, y acompañados diariamente por el sonido de las bombas (alguna ha caído estos días a menos de 3 km) se encuentra la comunidad que sustenta en este país el Proyecto Fratelli, una iniciativa socioeducativa que camina desde hace nueve años de la mano de los Hermanos de La Salle y los Maristas, y cuyo objetivo siempre ha sido el de atender, en un espacio dedicado al aprendizaje, al juego, a promover las relaciones fraternas desde la paz…, a los más vulnerables, en su mayoría refugiados sirios y población local en condiciones de pobreza.

Pero las bombas siguen cayendo, y el miedo no ha podido paralizar el espíritu del Proyecto y tampoco de las almas que lo dan vida, porque, a pesar de haber tenido la opción de salir del lugar, los integrantes de esta comunidad han decidido quedarse, porque ahora más que nunca, tiene sentido estar.

Pero quien mejor puede poner voz a todas esas personas que hoy no pueden hablar, es el Hermano Guillermo Moreno, que lleva tres años en esta comunidad y que está sintiendo la guerra junto a aquellos que siguen acercándose al Proyecto, a pesar de estar en pausa.

  1. ¿Cómo ha sido el proceso de discernimiento personal que lleva a sobreponerse a una situación como la que nos llega que se vive en la zona y la balanza se inclina hacia quedarse a ayudar?

Pues el tema del discernimiento personal y comunitario ha sido algo que me ha tocado especialmente en las dos últimas semanas. A nivel personal viví un primer momento de dudas, de pensar que teníamos que ser prudentes y no poner en riesgo nuestras vidas, que la situación era muy seria y era mejor ser precavidos, pero lo cierto es que me puse ante Dios en la oración y era muy claro que el criterio de discernimiento de un cristiano siempre tiene que ser el amor y no podemos tomar decisiones basadas en el miedo porque más tarde o temprano nos arrepentiremos.

Por otro lado, también me daba cuenta que mis ideas de una posible salida hacia el norte del país se basaban más en deseos ajenos que en los propios. Sentía la angustia de algunos miembros de nuestras congregaciones, de mi familia y amigos y tal vez por ellos pensaba que era mejor salir. Pero me di cuenta de que eso no tenía sentido, que no podía tomar decisiones basadas en los sentimientos ajenos de aquellos que no están aquí con nosotros palpando la realidad.

Por eso que al final la pregunta era ¿Señor qué quieres de mí en este momento? Y apareció muy clara su respuesta: permanecer con la gente y ayudarles en este momento tan difícil. Creo que todos los que nos hemos sentidos llamados a entregar la vida al Señor como consagrados, sabemos que supone una donación total que muchas veces se traduce en una entrega en lo cotidiano y pequeño, con sencillez y sin buscar publicidad. Así he vivido la mayor parte del tiempo, pero otras veces el Dios del Amor nos pide responderle en contextos menos cotidianos y situaciones más complicadas y lo lógico, lo normal, es seguir dando esa respuesta de entrega total hasta que algo lo impida.

Muchas veces me digo a mi mismo: ¿Guillermo a quien sigues? Es a Jesús que murió en una cruz, es al Dios que se hizo pequeño entre los más vulnerables. No tengo vocación de héroe ni de mártir, es simplemente seguir la lógica que me ha acompañado hasta aquí. Lo extraño sería marcharse, dejar a la gente, dar la espalda, nunca lo he hecho cuando estaba en España y Portugal, ¿por qué iría a hacerlo ahora? Creo que la mayor parte de vosotros haríais lo mismo que yo si estuvieseis aquí.

Pero hay otra dimensión en el discernimiento y es la parte comunitaria. Yo no vivo solo ni puedo prescindir de la comunidad. Aunque para mí era claro que me tenía que quedar, yo no quería imponer mi criterio a nadie. Estaba abierto a asumir una decisión comunitaria diferente y también a obedecer a nuestros Hermanos Superiores en Roma si nos pedían que saliésemos, pero gracias a Dios ninguna de las dos cosas pasó. Al contrario, nuestros Hermanos del Consejo Fratelli nos dieron la libertad para decidir como comunidad y respetarían nuestra decisión. Y los seis miembros de la comunidad, uno por uno, decidió quedarse aquí con la gente.

Decidimos que si la cosa se complicaba mucho en nuestro pueblo y la mayor parte de la población local abandonase la zona nos iríamos con ellos hacia el norte. Habíamos avisado ya a nuestros Hermanos libaneses para que nos pudiesen acoger en un colegio que está en una zona más segura. Pero la idea principal era ayudar a la gente, ver qué podíamos hacer para paliar el sufrimiento de tantos desplazados del sur que estaban saliendo huyendo de sus casas y no tenían dónde ir.

Tuvimos varias reuniones para ir compartiendo cómo nos sentíamos con lo que estaba pasando, con el sonido permanente de las bombas a nuestro alrededor… compartíamos las noticias que nos iban llegando y también las ideas que cada uno tenía sobre posibles escenarios futuros. Ese discernimiento nos ha ido llevando a ser creativos en la misión y poco a poco nos hemos ido ilusionando en un proyecto que nos llena actualmente el tiempo y el corazón.

 

  1. ¿Qué acciones concretas está realizando la comunidad para atender a quienes más lo necesitan?

El 23 de septiembre empezó la guerra y obligaron a cerrar todos los centros educativos, pero después de una semana empezamos con pequeñas acciones que en los días sucesivos se han ido consolidando y ahora mismo se centran en tres:

- Espacio educativo: cada día abrimos por la mañana el centro para que los niños que viven más cerca puedan venir andando y estar dos horas jugando y conviviendo en paz. Al terminar les damos una pequeña merienda. Empezaron viniendo 20 hace 10 días y hoy han sido 108. Creemos que seguirá aumentando en los próximos días.

- Apoyo psicosocial: Cada día dos furgonetas salen a visitar familias de la zona cercana a nuestro centro. Casi todo el mundo ha acogido a una o dos familias más en su casa y muchos viven en la calle. Lo primero es preguntarles como están y ofrecerles Fratelli como una mano amiga en este tiempo de desesperación. 

- Ayuda humanitaria: Hemos empezado a descubrir necesidades y a distribuir comida, mantas, colchones, medicinas, material higiénico… Hemos presentado un proyecto a diferentes donantes de Europa para recaudar fondos para ayudar a unas 2.000 familias en los próximos tres meses. A parte de ayudar a las familias de nuestra zona también hemos empezado a ayudar a otras Asociaciones que están ayudando a desplazados en Sidón y en Beirut.

 

  1. ¿Ves cercana una solución que devuelva una tranquilidad real a todos los que estáis viviendo esta dura realidad?

Todo el mundo dice que, aunque la guerra termine en unas semanas, la crisis humanitaria que se ha provocado va a tardar meses en solucionarse. Se habla ya de más de un millón de desplazados internos, solo en nuestra zona hay 90.000 desplazados.

 

  1. ¿Cómo podemos aportar para que la ayuda sea efectiva?

En España nuestras ONG, la de La Salle (PROYDE) y la de los Maristas (SED) junto con MANOS UNIDAS están haciendo una campaña de recaudación de fondos para enviarnos y ayudar directamente desde el Proyecto Fratelli.

 

 

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