Este 14 de enero continuaba la celebración del 50 aniversario del Salleko de baloncesto con una comida, un momento de encuentro de muchas de las personas que han dedicado su tiempo y disponibilidad a este proyecto, sintiendo en muchos casos que Salleko les ha ayudado a crear amistades, a ir modelando sus valores personales o a descubrir que dar y recibir son las dos caras de una misma moneda (por eso, muchos de los que en su momento fueron jugadores, hoy son entrenadores o delegados).

Tras cincuenta años hay muchas personas, algunas que lo han podido celebrar y otras que ya no están, pero todas ellas con algo en común: han regalado su esfuerzo, su trabajo y su dedicación, su cercanía y su disponibilidad. El listado es demasiado largo para que sus nombres aparezcan escritos aquí, pero están esculpidos en los corazones y el alma de muchos y esa es la mejor medalla para todas ellas.

Que un club colegial cumpla cincuenta años es un milagro detrás del que hay mucha gente que ha dedicado su tiempo, su ilusión, su esfuerzo y, en ocasiones, hasta su dinero, para que unos niños, niñas y jóvenes puedan disfrutar del baloncesto, del equipo y sus valores.

Sirva para ilustrarlo las palabras de algunos de los protagonistas:

-“Yo he aprendido mucho en el Salleko, primero como jugador. Aprendí a comportarme, a tener unos hábitos de entrenamiento, a comprometerme con el equipo, a ir descubriendo unos valores; también mis mejores amigos los he hecho allí y, cuando he podido, he intentado “devolver” algo de lo que a mí me ha ayudado a ser persona, por eso he sido entrenador, y mi hija ha jugado en el Salleko... No tenemos muchos títulos deportivos en el club, pero el título más importante es el de haber ayudado a muchos a ser buenas personas...”.

En la actualidad, el club goza de una salud excelente, con 13 equipos, de los cuales ocho son federados y cinco escolares, además de una escuela. En total, se trata de 150 jugadores, de los que la mitad son chicas.

A todos sus integrantes, el Salleko les inculca valores como respeto, responsabilidad, compañerismo o esfuerzo. “También enseñamos que todos somos iguales, independientemente de las capacidades de cada uno, el valor de la familia y hacer sentir que jugar en el Salleko es como estar en casa”. Los directivos del club, que reconocen el arraigo del mismo en el municipio de Sestao, han preparado diversas iniciativas para conmemorar estas bodas de oro, entre las que está una equipación conmemorativa, balones con el nuevo escudo, un álbum de cromos…