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FELIPEEl Hermano Felipe García forma parte en la actualidad del proyecto Solidaridad con Sudán del Sur, un proyecto intercongregacional que depende de los Superiores y Superioras generales de Roma y de la Confererencia de Obispos de Sudán. En esta entrevista conocemos más sobre su labor, sobre el país y sobre lo esencial que es la educación en lugares del mundo que vienen de vivir una guerra.

¿Cómo nace el proyecto de Solidaridad con Sudán del Sur?

Este proyecto tiene su origen en la llamada de la Conferencia Episcopal de Sudán a los superiores y superioras Generales de las congregaciones internacionales en 2005. En 2004 se había celebrado el Congreso de la Vida Religiosa en Roma con el título: “Pasión por Cristo, pasión por la Humanidad”.

El Hermano Álvaro Rodríguez, nuestro Superior General de la época, fue de los primeros en responder a la llamada junto con otros Superiores y Superioras. En 2006 a la invitación de los obispos “venid y veréis”, una pequeña comisión de religiosos y religiosas visitaron lo que sería más tarde Sudán del Sur. En ese momento no era aún un país independiente. La independencia llegó en el año 2011. La comisión constató la pobreza y abandono de esta zona y se decidieron a abrir una comunidad en la zona norte, en Malakal. Una característica importante de este proyecto es que las comunidades están constituidas por religiosos y religiosas. Comunidades mixtas, trabajando, y viviendo juntos. Compartiendo la misión.

Entre las múltiples necesidades, el proyecto se centró en la formación de maestros y maestras para la Escuela Primaria, de enfermeros, enfermeras y comadronas, de campesinos y en la acción pastoral de formación, reconciliación y la curación de traumas debidos a la guerra y la violencia. 

¿Cuál es la labor que realiza allí?

Actualmente existen 5 comunidades.

• Yambio: En el sur del país cerca de la frontera con el Congo. Actualmente se forman como maestros unos 120 jóvenes, hombres y mujeres durante dos años. Están en régimen de internado y el proyecto se ocupa de su formación , alojamiento y demás necesidades. El responsable actual es un Hermano de la Salle de la India, Christopher Soosai. Además hay dos Hermanas irlandesas, una de Polonia, otra de Taiwán y un Hermano Marista de Nigeria. Existió otra Escuela Normal en Malakal, pero fue destruida por la guerra y ha sido abandonada.

• Riimenze: A unos 30 kilómetros de Yambio. Es un proyecto agrícola para la formación y el empoderamiento de campesinos y campesinas. El número de personas que se forman varía a lo largo del año. Pasan diferentes grupos para aprender el cultivo de diferentes productos. El suelo es muy fértil y permite una gran variedad de cultivos. También se les enseña a las mujeres a preparar alimentos para la familia a partir de los productos que se cultivan. Así como la cría de animales domésticos como vacas, cerdos, gallinas, patos, conejos, etc… Actualmente hay tres personas: Una hermana de Kenia, que lleva desde el principio del proyecto en 2008, un Hermano Marista de Ghana y otro Hermano de Kenia.

• Wau: Está en el Centro-oeste del país. Es un centro de formación de enfermeros, enfermeras y comadronas. La formación dura dos años. Hacen sus prácticas en un hospital católico que se encuentra en la misma ciudad. El centro ofrece formación de calidad a 50 personas. Actualmente la responsable es una Hermana de la India que es ginecóloga, otra Hermana de Kenia, otra de Polonia y un sacerdote de Camerún.

• Equipo de Pastoral: Está en Kit, un poblado a 20 kilómetros de Juba. Es un centro perteneciente a la conferencia de religiosos y religiosas de Sudán del Sur y el equipo de Pastoral es el encargado de la gestión y administración de este centro. Se hacen retiros, encuentros, seminarios de formación, diferente tipo de talleres y está abierto a quien quiera ir. Son unas instalaciones recientes, cómodas y muy funcionales. El equipo de Pastoral se desplaza a las diócesis del país a petición de los obispos y párrocos para llevar a cabo formación de sacerdotes, catequistas, grupos de jóvenes y demás personas interesadas. Prácticamente no existen planes pastorales en el país. Forman también a otras personas para que puedan seguir con actividades de curación de traumas por todo el país. Actualmente la responsable es una Hermana de Kenia, un Padre claretiano de Sri-Lanka, una hermana de Uganda, otra de Estados Unidos y otra de Irlanda. Mike Bassano, un sacerdote Norteamericano, es miembro del equipo de Pastoral, pero vive y trabaja en Malakal, en el campo de refugiados.

• Juba: Desde Juba se coordinan los distintos proyectos. La casa acoge a las personas que están de paso o necesitan alojarse para atender las necesidades de los proyectos del interior. Si hay sitio, acoge a otras personas relacionadas con la misión, aunque no sean Miembros de Solidaridad. En esta comunidad está el Director Ejecutivo, un Padre Blanco irlandés y yo mismo. Además, vive también, de manera permanente, un laico de Uganda que es el responsable de las finanzas de Solidaridad.

 ¿Cómo es el día a día de un joven en un país como Sudán del Sur?

Sudán del Sur tiene una población muy joven, aproximadamente un 60 % son memores de 15 años. La vida es muy difícil, pues dada la situación de inestabilidad y pobreza, se han de buscar la vida como pueden, pues la mayoría de las familias, que tienen muchos hijos, nos les pueden ofrecer educación y servicios sanitarios. La tasa de escolarización es muy baja y son pocos los que pueden ir a la universidad. La mayoría han conocido la guerra y la violencia y han pasado por campos de refugiados.

Si tuviera que destacar algo de los jóvenes, ¿qué nos diría?

Los jóvenes de Sudán del Sur, a pesar de la pobreza, son luchadores y tratan de salir de ella. Los que pueden van a la escuela, otros en las ciudades hacen todo tipo de pequeños trabajos para poder comer y sobreviven como pueden. Tienen ganas de mejorar su situación personal y luchan por ello.

Si preguntáramos a alguno de esos jóvenes sobre el Hermano Felipe, ¿cuál cree que sería la respuesta?

El trabajo que realizo actualmente es de apoyo a los que están en primera línea de la misión. He aceptado gustosamente las tareas que realizo, porque pienso que en los 28 años anteriores en África, tuve ocasión de estar en primera línea. Saber aceptar las limitaciones de la edad y responder a las necesidades que se piden, por poco vistosas que sean, es también muy importante para la misión. Es la misión de todos y cada uno colabora en lo que puede.

¿Cuáles son las principales dificultades a las que hace frente el proyecto?

El aspecto económico es siempre un campo de batalla. Son muchos los gastos ocasionados por el proyecto, pues no genera beneficios económicos. La oficina de Roma está buscando donantes, que hasta ahora han ido respondiendo para cubrir las necesidades.

También encontrar personal religioso que quiera venir a Sudán del Sur para colaborar con Solidaridad. En los últimos años ha habido poca respuesta, pero siempre ha habido algunas personas que han respondido.

El futuro de Solidaridad depende de la Conferencia Episcopal, pues estamos allí porque nos lo han pedido, pero si un día consideran que ya no somos necesarios, termina nuestro compromiso. Los obispos quieren ser ellos mismos los que controlan y administran los proyectos, por eso que nuestro futuro es un poco incierto.

¿Cómo cree que la educación puede transformar la realidad?

En toda África, pero principalmente en un país como Sudán del Sur, sin educación no es posible el desarrollo. Con mucho tiempo y mucha paciencia, formando a varias generaciones de jóvenes se puede llegar a mejorar la situación del país. Para eso hay que lograr una escolarización masiva y para eso se necesitan maestros bien formados y pagados con un salario que les permita vivir dignamente y alimentar a su familia. Actualmente no es el caso y se tardarán bastantes años. También se necesita que haya paz y seguridad en el país. La mayor parte de la población no han experimentado la paz y la estabilidad en toda su vida.

¿Qué es lo que ha aprendido de sus años como misionero?

He aprendido que hay que estar cerca de la gente, escucharla, quererla, acompañarla y responder a las necesidades que expresan, siempre que se pueda. No imponer nuestras soluciones y nuestras maneras de entender la realidad, sino buscarlas de manera conjunta. También es muy importante la coherencia. Tenemos que dar ejemplo con nuestro estilo de vida sencillo y comportamiento respetuoso.

Y para terminar… ¿cuál es el mayor regalo que una misión como esta hace a un Hermano de La Salle?

Me ofrece la posibilidad de servir a los más pobres y hacer realidad, hoy día, lo que nuestro fundador san Juan Bautista de la Salle hizo hace más de 300 años en la sociedad francesa. Que no se diferenciaría mucho de la de Sudán del Sur actual. En definitiva, vivir la vocación de Hermano de las Escuelas Cristianas.