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Pep BartorellPep Martorell es el director asociado del Supercomputing Center de Barcelona, una instalación científica que es a la vez un importante centro de investigación científica. Albergan allí la supercomputadora Mare Nostrum que da servicio a investigadores de toda Europa que lo usan para sus proyectos y por profesionales del ámbito de las ciencias de la computación.

Pep desde pequeño tenía claro que quería ser físico. Nació en Reus hace 43 años, estudió a La Salle Reus junto con sus hermanas desde 1º de EGB, después el COU en La Salle Tarragona y el vínculo con la institución ha sido intermitente. Muchos años vinculado con la Pascua, campos de trabajo, la Montserrat a Peu… y a nivel profesional también estuvo unos años en la Residencia de Bonanova. Profesor de Ingeniería y Arquitectura en el Campus La Salle-URL, se ha dedicado también a temas de gestión I+D, ha sido director general de investigación de la Generalitat de Catalunya durante 5 años (2011-2015) y es profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya. Y las circunstancias hicieron que finalmente acabara los estudios consiguiendo el Doctorado en Físicas en La Salle-URL.

Uno de sus tesoros más preciados es su pandilla de seis amigos de la escuela. Un vive en Bélgica, el otro en Tailandia, otro en Badalona, él en Barcelona y dos más que se han quedado en Reus. El tiempo los ha separado pero siguen encontrándose. Al cumplir los 40 años hicieron un viaje juntos para celebrarlo y en esta unión Pep reconoce que La Salle ha tenido responsabilidad.

Por Sandra Gómez. Responsable de Comunicación de La Salle Catalunya.

SANDRA: ¿Qué es esta supercomputadora que tenéis entre manos? Expliquemos esto a los mortales que como yo que tenemos un simple ordenador… El mío tiene 2 terabytes…
PEP: (Ríe) ¡Eso de memoria! Un supercomputador tiene la misma lógica que un ordenador normal. Las dos grandes diferencias con el tuyo son de volumen, porque tiene más de un procesador, tiene 150.000 procesadores, y que trabajan juntos y un disco llevar de 14 petabytes.

S: ¿De cuántos ordenadores estamos hablando?
P: Imagínate un millón de USB’s…

S: Madre mía…
P: La gracia es hacer trabajar estos procesadores en paralelo. Te lo explico como metáfora: cuando haces la comida puedes hacer primero el primer plato y después el postre o cocinar los dos a la vez. Lo puedes hacer en serie o en paralelo. Pero hacerlos uno a uno no es eficiente. Si tienes muchos platos y los puedes hacer a la vez ¡eres 3 veces más rápido! Pues el computador hace lo mismo. Tú puedes calcular tu algoritmo paralelizando con 100 ordenadores a la vez, por ejemplo. Es 1.000 veces más rápido que tu ordenador si eres capaz de describir un programa que aproveche esta capacidad de paralelización.

S: ¿Y en qué campos se aplica?
P: Se aplica a cualquier problema que admita ser paralelizable. Esto quiere decir físicos, químicos, biológicos, de ingeniería,… los que detrás tienen una estructura matemática que la puedes paralelizar.

S: Por ejemplo…
P: Por ejemplo, si tú tienes que calcular como se mueven unos molinos de viento de los parques eólicos, pues esto tiene que ver con cómo se mueve el viento, que es el aire en la atmósfera y esto nos lleva a la mecánica de fluidos, que contiene unas ecuaciones diferenciales. No las podemos resolver a mano, las podemos convertir a través de unos algoritmos que hemos desarrollado en un proceso computacional que nos dé una aproximación. Con la máquina calculamos la posición óptima de unos molinos de viento en un campo eólico en función del régimen de vientos en aquella zona. También en el campo de la medicina personalizada, podemos coger tu genoma y secuenciarlo y mirar si una parte de tu ADN ha mutado. Coges tu cadena de ADN, la comparas con otras muchas cadenas y miras los cambios que tiene y con qué enfermedades están relacionados estos cambios. Pero está claro, si fuera una cadena de 1.100 caracteres sería muy fácil pero la cadena de ADN tiene miles y miles de caracteres y el supercomputador te da la capacidad para hacer esto y sacar información. Por lo tanto, el supercomputador está pensado para temas de mecánica de fluidos, proteínas, cuestiones químicas…

S: ¿Danos alguna buena noticia a la que haya contribuido esta supercomputadora?
P: Se ha permitido avanzar científicamente mucho, tanto en cosas poco aplicables al día a día como en cosas muy aplicables. El último Premio Nobel de Física fue por el descubrimiento de las ondas gravitacionales, que esto parece una cosa que a priori no tiene aplicación pero muy importante con aplicaciones a largo plazo. Este descubrimiento fue resultado de una parte teórica y otra experimental y parte de los cálculos numéricos los hizo nuestra supercomputadora.
Por otro lado, estamos ayudando a las Naciones Unidas a intentar predecir cómo será el clima de aquí a muchas décadas en este planeta. Esto te ayuda a tomar medidas para intentar mejorar las cosas. Con el Ayuntamiento de México estamos llevando a cabo un proyecto muy bonito: predecir a dos días, ver cómo será el aire y trabajar la política basada en evidencias, es decir, tomar medidas con los coches, parar o generar industrias más saludables,… son cosas que están destinadas a la mejora de nuestro día a día.

S: Cuando hablas de tema computacional me viene a la cabeza el “pensamiento computacional” que en La Salle se trabaja con la robótica. ¿Lo conoces?
P: Sí. Hay dos visiones muy interesantes para introducir esto en el terreno de la educación: por un lado, aprender a programar es una de las maneras más eficientes de aprender a pensar de manera ordenada y crítica. Esto lo digo porque cuando tú tienes que programar le tienes que decir al ordenador, al robot,…etc. algo que tiene que hacer, en qué orden y con qué precisión. Esto te permite entender la diferencia entre actuar en secuencial o en paralelo y asumir lógicas conceptuales tipo “si pasa esto, haz aquello” o “haz esto 10 veces”. Trabajar así estructura el pensamiento a la hora de planificar y aprender a decir a alguien que tiene que hacer. Crea pensamiento analítico y lo puedes hacer llegar a los niños de una manera más divertida que las matemáticas. Yo creo que en un mundo donde los niños son digitales y necesitan muchos inputs, aprender pensamiento lógico haciendo reglas de tres no es lo más óptimo.

La otra visión, más compleja, es que nadie sabe dónde llegaremos a nivel tecnológico y esto plantea retos éticos y morales muy importantes. Estamos dispuestos a ser capaces de hacer unas cosas sorprendentes y que incluso dan un poco de miedo, como temas de inteligencia artificial por ejemplo. La tecnología es agnóstica y puede estar haciendo bien o no depende como lo apliques. El mundo es tan plano que una cosa que hace una persona en una parte del mundo con un objetivo científico puede llegar a hacerlo una célula terrorista que quiere hacer una cosa que no está bien… ¡y va todo muy rápido! Además, se mezcla una preocupación personal mía en torno el mundo cristiano, puesto que nuestra ética y moral viene de unos paradigmas de hace muchos siglos basados en unas categorías morales que no sabemos si seguirán siendo válidas. ¿Quién está pensando en todo esto?
En definitiva, lo que quiero decir, es que teniendo en cuenta que no sabemos dónde llegaremos es importante que empoderemos a los niños y jóvenes, que entiendan que son ellos quienes dominan las máquinas, que las entiendan en profundidad, que las sepan usar y que si el móvil, el ordenador, el robot… hace una cosa, que tengan en cuenta que en algún momento ha habido un humano que lo ha programado.

S: Con todas estas perspectivas, ¿qué jóvenes nos esperan en el futuro? Justamente esperanzador a nivel científico…
P: Sí, pero también tiene mucho riesgo. El cociente entre riesgo y oportunidad da un número constante siempre. Tú hace 300 años no podías hacer evolucionar a la sociedad, pero tampoco podías destruirla. Hoy la capacidad de progreso es excepcional pero también el riesgo de provocar grandes catástrofes. No sabemos que tendremos en el futuro, por lo tanto, eduquemos a los niños y jóvenes en lo que decíamos, en la capacidad de hacer estas cosas y en valores y a ver dónde llegamos.

S: ¿Hasta qué punto son compatibles la ciencia y la religión?
P: Acabas entendiendo que ciencia y religión responden a dos preguntas diferentes. Cuando tú intentas responder la pregunta de la trascendencia con la ciencia pues te sientes un poco ridículo y si intentas responder a la realidad del mundo con la religión te sientes ridículo también. Es bueno que los dos campos de pensamiento se acerquen y también es importante que uno no acabe haciendo el trabajo del otro. La religión a mí no me explica cómo es el universo, no lo puede hacer y no tiene sentido que lo haga. Del mismo modo, la física no me explica porque el mundo existe, el conocimiento profundo del porque está todo aquí.

A mí me marcó mucho el Hermano Manolo, lo tuve en la asignatura de Física y Química a BUP y para mí fue un impacto. En aquel momento yo había conseguido que me regalaran un telescopio, crecí con la serie Cosmos, las misiones espaciales,… Así estaba yo. Y en aquel momento vital me influenció en positivo, imagínate que en una etapa que todo se te pone en entredicho aparece un individuo religioso que me hace física y que habla de cosas para las cuales aparentemente no necesito la religión. Su mensaje era que una cosa y la otra no son incompatibles. Me animó, si sentía vocación, a ser un gran científico sin poner en entredicho mi fe.
La otra influencia fue un profesor de la universidad, que era un gran gurú de la Física teórica. En la primera clase nos planteó la siguiente cuestión: “¿Quién de ustedes está aquí para saber por qué el mundo es así?” Y muchos levantamos la mano. Y entonces nos animó a cambiar de edificio e ir al de delante, que era el de la Facultad de Filosofía. Al final en lo único en el que no coincidimos los científicos es en esto: en nuestros gustos personales, el equipo de fútbol y la religión.
Desde Descartes la visión fue que el ser humano es un conjunto de partículas y reacciones físico-químicas, por lo tanto, si un día se pueden describir y predecir su futuro no existe. No existe la libre voluntad, todo lo hacemos por alguna razón…

S: Pero entonces no podemos cambiar nada…
P: Sí, esto dice la Ilustración científica desde Descartes, ellos creen que si somos capaces de determinar cómo cae la manzana de un árbol, ¡la Física podrá calcularlo todo!

S: Si somos materia estamos gobernados por leyes de la Física y somos previsibles…
P: Sí, está claro ¡y esto ha traído muchos años de debate! La ciencia cree que lo puede explicar todo hasta que llega la ciencia cuántica que sostiene que el azar es una propiedad inherente de la naturaleza. Esto es algo muy profundo que es muy difícil de comprender porque no habla del azar tal y cómo lo podemos entender nosotros.

La ciencia se da cuenta que nuestra percepción del mundo, ontológicamente, no es la realidad del mundo porque la observación perturba la realidad. Por ejemplo, cuando tú miras un bolígrafo estas recibiendo unos fotones que impactan en tu retina, se convierten en una señal eléctrica y entonces ves. ¿Pero estos fotones como te llegan? El boli no emite fotones, no es una luz, pero el fotón ha llegado de algún lugar, ha impactado con el boli y lo que yo veo es el resultado de este impacto. Por lo tanto, lo que quiero decir con esto es que a partir del siglo XX una de las conclusiones a las que llegamos es que nuestra percepción no es la realidad y que se altera una vez observada. La realidad ya no es predecible y si además incorpora el azar, ya nada es predecible. Esto nos lleva hasta donde estamos hoy ¿Cómo gobernaremos la tecnología? En este asunto se tendrán que implicar muchos agentes: las escuelas, la ciudadanía, el gobierno…

S: Tienes trabajo que hacer…
P: Y yo encantado de ayudar, pero es un reto a construir desde arriba, por los que guían espiritualmente y también toca a la escuela.

S: Háblame de La Salle Reus…
P: Recuerdo haberlo pasado muy bien. También valoro a mis amigos que son de allí y esta sorpresa de descubrir que la ciencia y la religión pueden ser compatibles. Y también muy importante para mí ha sido la educación en valores de La Salle. Recuerdo especialmente que en primero de BUP yo y mis amigos nos enteramos de la existencia de la Pascua Joven, sabíamos que ibas a Sant Martí Sesgueioles que ibas a hacer plegaria y otras actividades… ¡pero nos apuntamos a ciegas! Entonces no había caus y esplais, sólo algunos grupos de catequesis. ¡Ir a la Pascua Joven fue una apertura de mente espectacular en todas las dimensiones! Por un lado social, para descubrir jóvenes de otras Salles, hacer amigos con Horta, Gràcia, Torreforta, Girona, Figueres,… y por otro lado, darse cuenta que había otra manera de vivir la religiosidad. Y esto es infinitamente relevante en esta edad. Te das cuenta que la religión no es sólo ir a misa, que también es tocar la guitarra, ir a la montaña o encontrarnos en el barrio de Sant Pere de Barcelona con los de La Salle Comtal para ayudar a gente necesitada. Y a muchos de nosotros nos marcó mucho ¡Yo descubrí en Sant Martí que se podía estar en silencio! El conocimiento de tu lugar en el mundo, los valores, tu espiritualidad… Me llevo de allí todo este trabajo, las ganas de leer, de conocer mundo y si hubiera estudiado en otro lugar no hubiera sido así.

Y en segundo lugar, el ajedrez. En 3º de EGB el profesor Pere Bonet nos hacía jugar los viernes por la tarde y llegué a federado, lo hice hasta llegar a la universidad. Al final la escuela tiene un papel muy importante. En La Salle Reus teníamos un grupo de profesores que escuchaban a los que teníamos ideas diferentes. Recuerdo que en una ocasión que teníamos que a esquiar, unos cuántos rebeldes nos plantamos porque no lo encontrábamos necesario. Queríamos quedarnos en el patio jugando a fútbol y los profesores en vez de obligarnos a ir nos encontramos con un claustro que nos escuchó y nos lo permitió: el Hermano Jose Luis, los coordinadores… nos dejaron hacerlo. Me educaron con la capacidad de escuchar a la diferencia y aceptarla. Y también, se tiene que decir y no nos olvidemos, me dieron el nivel académico mínimo para poder seguir estudiando, que esto también tiene valor.

Comunicación La Salle Catalunya

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